Desde la primera vez que vimos el Bacqué y su acompañante el Cauteres, se nos quedó grabada esa visión de esas dos altivas puntas. Probablemente sea algo que le pase a mucha gente cuando levante la vista desde Masousa, es irremediablemente una cima de las que atrae con fuerza.
Son dos montañas que apenas nos darán una tregua en nuestra ruta, primero un bosque de hayas y abetos con escalones rocosos nos intentará cerrar el paso, pero será al final cuando el Cauteres se defienda con más empeño, un muro de roca compacta nos pondrá durante unos metros a prueba, superado este obstáculo el montañero sentirá ese algo que te invade cuando se consigue una cima difícil, un amigo me dijo una vez, “ no se de que, pero de ese tipo de cimas vuelves hinchado de algo “ está claro, vuelves lleno de satisfacción.
Y como si de un premio se tratara, el Bacqué no nos lo pondrá tan complicado, nos acogerá en su cima amablemente. Desde esa atalaya del valle de Lescun disfrutaremos de unas vistas vertiginosas sobre el bosque de Lazerque, pero aun no se ha terminado el día.
Aún hay que regresar, para ello deberemos de cabalgar un tramo por una aérea arista que nos acercará al collado Sur del Bacqué. Es un tramo que sin ser difícil si deberemos de prestar especial cuidado en la travesía, sobre todo con viento o terreno húmedo.
Aún queda más, nos espera un desbocado descenso hacia Labrenere, una bajada de las que las rodillas se resienten al llegar abajo. Pero tras ponernos al rojo las articulaciones, el bosque de Lazerque nos recompensará por el esfuerzo de todo el día, recorrer su sendero en primavera o en otoño es una delicia para los sentidos, es como dejarse acariciar por el Bacqué.
Mapa y perfil de la ruta
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